4 bandas y un destino

MondoSonoro cumple veinte añitos, y lo celebramos con Dorian, Love Of Lesbian, Sidonie y Standstill en un concierto muy especial el próximo 10 de octubre en la emblemática sala Razzmatazz de Barcelona. Un show en el que las cuatro bandas interactuarán en el escenario a lo largo de casi tres horas, que luego continuará con una sesión muy especial que nos han preparado para la ocasión dos de los Dj’s clave de la escena indie barcelonesa: Amable y Gato. El porqué de esta selección es sencillo. Al igual que la revista las cuatro bandas son barcelonesas, han ido peldaño a peldaño, arañando y saboreando los pequeños triunfos del día a día y, además, las cuatro han sido protagonistas de nuestra portada en momentos clave de su carrera, contribuyendo a forjar una escena que ha tenido también en ciudades como Madrid, Granada, Bilbao o Zaragoza muchas cosas que aportar y que, desde estas páginas, nunca nos cansaremos de reivindicar. Esa y no otra es la intención de este artículo, confeccionado gracias a las aportaciones de los cuatro grupos que participan de nuestra fiesta. Espero que lo disfrutéis y ayude a los más jóvenes a comprender de dónde venimos, porque nadie sabe a dónde vamos.

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20 años escribiendo sobre música

Don Disturbios — 27-10-2014
Empresa — Mondo Sonoro

4 bandas y un destino

MondoSonoro cumple veinte añitos, y lo celebramos con Dorian, Love Of Lesbian, Sidonie y Standstill en un concierto muy especial el próximo 10 de octubre en la emblemática sala Razzmatazz de Barcelona. Un show en el que las cuatro bandas interactuarán en el escenario a lo largo de casi tres horas, que luego continuará con una sesión muy especial que nos han preparado para la ocasión dos de los Dj’s clave de la escena indie barcelonesa: Amable y Gato. El porqué de esta selección es sencillo. Al igual que la revista las cuatro bandas son barcelonesas, han ido peldaño a peldaño, arañando y saboreando los pequeños triunfos del día a día y, además, las cuatro han sido protagonistas de nuestra portada en momentos clave de su carrera, contribuyendo a forjar una escena que ha tenido también en ciudades como Madrid, Granada, Bilbao o Zaragoza muchas cosas que aportar y que, desde estas páginas, nunca nos cansaremos de reivindicar. Esa y no otra es la intención de este artículo, confeccionado gracias a las aportaciones de los cuatro grupos que participan de nuestra fiesta. Espero que lo disfrutéis y ayude a los más jóvenes a comprender de dónde venimos, porque nadie sabe a dónde vamos.

20 años no son nada... o puede que sí.

 

Siempre me ha fascinado el concepto de elasticidad atribuido al tiempo, y eso que no soy el físico de la revista -que haberlo, háylo -, pero es verdad que dos décadas pueden ser, según se mire, un suspiro en el que han sucedido muchas cosas en el siempre inquieto panorama de nuestra escena. Sin embargo, no me gustaría caer en este articulo en la trampa de la nostalgia. Al fin y al cabo MondoSonoro siempre ha sido una revista ligada a la actualidad, sin menospreciar nunca el fantástico legado del que era lógica consecuencia. Porque nuestra revista ha sido suma y nunca resta de los diversos y divergentes gustos musicales de los que la hacían posible. Luchando, como caballeros ingleses, por defender nuestro criterio sin hacer sangre de ello. Una publicación que ha aspirado y aspira a ser escaparate de las diversas corrientes estilísticas, intentando filtrar y destacar lo que, en nuestra opinión, más lo merece. Por eso hemos ido cambiando, adaptándonos a las nuevas corrientes, a lo largo de veinte años. Y lo hemos hecho al ritmo que nos marcaba lo que a nuestro alrededor se cocía, que no es poco. (Santi Balmes de Love Of Lesbian) “Estamos en una época en la que ningún estilo musical predomina, una especie de Torre de Babel. Y a nivel sociológico la irrupción del mundo 2.0 como medio emisor de cultura ha generado un nuevo patrón de consumo en el que lo nuevo y lo pasado conviven en un presente la mar de bien”. Cierto. Si algo define el presente es el volumen de información al que estamos sometidos, dándose la paradoja de que nunca fue tan accesible estar al día de todo y, a la vez, nunca fue tan difícil saber qué demonios significaba eso de estar al día. Pero como es lógico todo ha sido fruto de una evolución. (Marc Gil de Dorian) “La eclosión de la escena indie de principios de los noventa provocó una renovación del panorama musical nacional, que fue una respuesta a la por entonces agonizante movida madrileña y a los productos prefabricados de las multis. Luego llegaron la prensa musical gratuita y los grandes festivales: FIB, Sónar, Doctor Music, Festimad, que le abrieron las orejas a mucha gente y al calor de los cuales llegaron muchos más, creando un tejido festivalero que abarca toda la Península. También destacaría la popularización de la música electrónica, el estallido de la escena mestiza y el reciente fenómeno del alcance masivo de varias bandas surgidas de la escena independiente nacional”. Retengan esta última frase de Marc en la memoria “reciente fenómeno del alcance masivo de varias bandas surgidas de la escena independiente nacional” porque de eso vamos a hablar en el siguiente bloque.

 

El alcance masivo o vamos a vivir de esto.

Poco podíamos imaginar los tres jovenzuelos que empezamos el MondoSonoro (a los que pronto se iban a sumar un par más), que íbamos a aportar nuestro granito de arena para que se forjara en nuestro país una escena alternativa que viniera a sustituir a la “entonces agonizante movida madrileña”. Y máxime cuando los grupos que empezaban sus primeros pasos en la época eran tan iconoclastas e inclasificables como los desaparecidos, aunque imprescindibles y siempre poco reivindicados, El Niño Gusano desde Zaragoza, los asturianos Penelope Trip o los bilbaínos Cancer Moon, por poner tres ejemplos. Grupos con una personalidad que nacía de una honestidad y una ausencia de prejuicios que editaban en pequeños sellos discográficos dándole pleno sentido al indie como actitud, sonido, estética y, por decirlo de algún modo, modelo de negocio. Fue en ese caldo de cultivo donde nació MondoSonoro como fanzine gratuito que aspiraba a ser una revista al alcance de todos, con una distribución lo suficientemente masiva como para ser relevante en su aspecto editorial, pero también en un aspecto publicitario destinado a todos los sellos y promotoras que integraban el entramado de lo que se ha llamado “la industria”. A imagen y (muy pequeña) semejanza del histórico modelo instalado en el Reino Unido, un sector que pronto se vio sacudido por un fenómeno que arrasaría con todo, y que obligaría a cambiar un modelo de negocio que venía de una abundancia absurda y hasta cierto punto inmoral como atestigua Marc Ros de Sidonie: “La palabra ‘industria’ me evoca miles de anécdotas que me han contado las personas que se dedican al ‘negocio’, como un artista que pedía una limousine para ir cada mañana al estudio a pesar de que su casa estaba a diez minutos andando, o una multinacional que reservó todas las habitaciones de un hotel de lujo para periodistas que, en su mayoría vivían en la misma ciudad y que se encontraban con una botella de Dom Perignon y un gramo de cocaína, encima de la cama cortesía del presidente. No estoy hablando de Los Ángeles, estoy hablando de Madrid y de muchas personas que siguen en activo. Afortunadamente, este modelo ochentero capitalista y pornográfico ha pasado a mejor vida, pero ha dejado un impacto imperecedero. De vez en cuando, nos encontramos con algún paranoico que nos mira con recelo cuando ve que hemos alcanzado cierto grado de éxito, pero os aseguro que de champán francés y cocaína, nada de nada”. Excesos que finalizaron de la noche a la mañana y que provocaron que más de un gigante con pies de barro se derrumbara de forma sonora y rotunda. En pleno desconcierto, MondoSonoro seguía creciendo. Y lo hacía gracias a su modelo de crear ocho ediciones autonómicas que garantizaran una óptima distribución allí donde se cocía esa escena emergente que, desde las diferentes barreras estilísticas, surgía en cada una de nuestras ciudades y de la que nos hacíamos eco. Una época de incertidumbre y confusión en la que una serie de grupos, como los cuatro que protagonizan nuestra portada, pero también otros como Lori Meyers, Vetusta Morla o Violadores del Verso lograban el siempre difícil estatus de la profesionalización, esa meta mitológica a la que aspira cualquier banda con ciertas ganas de trascender y que tan difícil resulta de alcanzar y luego mantener. (Enric Montefusco de Standstill) “Efectivamente es difícil mantenerse ahí, y más aún si la música que ofreces no es la más comercial del mundo. En nuestro caso es pedirle a un grupo que no es amigo de las concesiones que esté permanentemente en un ‘candelero’ que quizás no es lo que más busca. Más aún cuando el circuito ‘cultural’ también está en declive. No obstante, creo que precisamente si algo nos ha funcionado -sin planearlo- a lo largo de estos quince años de banda ha sido no pretender ir mucho más allá de lo artístico, ni querer satisfacer a nadie. Solo hacer poco a poco y con firmeza lo que a uno le va pidiendo el duendecillo, por arriesgado que pueda parecer a veces. Haciéndolo así los pasos son lentos y abrir camino a veces es bastante desagradecido, pero se avanza en firme. Esa es nuestra experiencia”. Precisamente ese lento caminar, peldaño a peldaño, es lo que ha permitido que la escena alternativa se fuera adaptando mucho mejor al nuevo medio en el que debía desenvolverse, capeando con traza el derrumbe de la listas de ventas y formando parte del emergente fenómeno festivalero. Nadie puede olvidar que las opciones para profesionalizarse pasan hoy por tocar más que nunca, y por gestionar de forma adecuada unos derechos editoriales y de autor que, en el caso de los primeros, dependen de la habilidad de tu agencia para hacerte sonar en tanto como banda sonora de un Mundial de Motociclismo como en el hilo musical del supermercado. Pero quedémonos ahora con un fenómeno que nos ha marcado a todos ya seamos medios, bandas o agencias de contratación: los festivales.

 

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Por el precio de un triunfito te monto un festival

Cuando uno pretende encarar el fenómeno de los festivales debe partir de la premisa que nuestro país es una potencia mundial en el mercado del turismo y que, por tanto, debe dotar de una oferta cultural a los meses de verano para contentar tanto al mercado interno como a los millones que nos visitan desde el exterior. Por eso el fenómeno festivalero ha tenido un crecimiento tan espectacular en la última década, fortaleciendo una oferta destinada a todo tipo de población que va desde el pequeño festival de corte más elitista al gran evento popular en el que todo cabe y no queda claro el criterio de contratación. Es precisamente este abanico de oferta y esa disparidad de criterios a la hora de contratar lo que le da al fenómeno una riqueza envidiable, aunque también suponga que se intenten copiar modelos de éxito. Eso ha provocado que, sobre todo en las pequeñas ciudades de provincias, se haya sustituido la verbena popular encabezada por el triunfito de moda por una serie de eventos casi clónicos, en los que es común ver siempre a lo mismos grupos repetidos. Un punto este que sin duda levanta ciertas ampollas. (Santi Balmes de Love Of Lesbian) “Por alusiones, encuentro dicho debate un tanto demagógico. Lo que nos tenemos que congratular es que algunas bandas nacionales ocupen escenarios y horarios en los que anteriormente solamente había bandas británicas. Es un avance, independientemente de si estas bandas te gustan más o menos”. Pero también entre nuestros interlocutores hay quién piensa que el público no anda tan desencaminado a la hora de mostrar su queja ante cierta reiteración en los carteles. (Enric Montefusco de Standstill) “La mayoría de los festivales cuando programan un grupo al fin y al cabo lo valoran casi exclusivamente por su capacidad de convocatoria, que es la que hará que vendan más entradas y más cervezas. Es normal, y también es un pez que se muerde la cola, porque casi nadie tiene la osadía de apostar por lo que no es seguro. Entonces lo poco conocido sigue oculto, mas aún si no responde a un formato musical más bien festivo, que es lo que funciona en ese contexto. Y si sumas eso a que no hay apenas circuito de salas, parece que hay una generación a la que se le ha puesto bastante difícil asomar la cabeza. Afortunadamente hay excepciones”. Sin embargo también hay quién opina que este fenómeno no es exclusivo de los carteles patrios. (Marc Gil de Dorian) “Por favor, esto no es un fenómeno de España, es un fenómeno mundial. En 2014 se repetía el mismo line-up en los festivales de todos los continentes: Phoenix, Pixies, NIN, Capital Cities, Franz Ferdinand, Red Hot Chili Peppers, Chvrches... pero nadie dice nada el respecto porque o bien no se han dado cuenta o bien porque esos grupos son guiris y ya sabemos cómo somos en España con los nuestros... Dorian nos hemos encontrado con estos mismos grupos en distintos países. Es normal que si Phoenix o cualquier otra banda cabeza de cartel es reclamada por el público porque ha hecho buena música la llamen de todas partes. Es la ley de la oferta y la demanda, y en España, lo mismo. Desde mi punto de vista no es malo que se repitan ciertos nombres en los festivales porque esos grupos venden muchos abonos a los promotores. Eso sí, no es malo siempre y cuando esos carteles se completen con otros nombres que le otorguen singularidad a cada festival. Los festivales españoles deberían traer más artistas africanos, latinoamericanos y asiáticos para inyectar singularidad a sus propuestas. Lo veo todo muy anglófilo todavía. El mundo es muy grande y hay mucha música increíble ahí afuera que no sale en Pitchfork Media...”. En cualquier caso todos nos pondríamos de acuerdo en que el fenómeno festivalero no debería crear un nuevo patrón en el consumo de la música en directo y restar público a las salas fuera del periodo estival. (Marc Ros de Sidonie) “Ahora mismo se está viviendo un boom de los festivales españoles amenazados de muerte por el éxito. Nosotros somos los primeros culpables, nos llaman de un festival y vamos. Creo que es mejor morir de éxito que morir por fracaso y ya sé que en un mundo ideal sería estupendo que el público de festival de verano también llenara las salas pequeñas o medianas para ver a un grupo en su esencia, pero esto no es así ahora mismo”.

 

“Crisis? What Crisis?”

A todo esto no hemos hablado de crisis en todo este artículo, o al menos no lo hemos hecho de esta última crisis económica. Claro que, si evocamos en el título de este bloque al famoso álbum de Supertramp, es porque nuestro sector ha vivido, dada su endeblez, en una crisis permanente que parece formar parte del propio ADN de la escena. Aunque nos toque ahora reconocer que tenemos lo que nos merecemos. (Marc Ros de Sidonie) “Nos falta actitud, creernos que podemos tener una escena independiente tan potente y excitante como la que hay en otros países. Hay grupos que ya poseen esta actitud, pero chocan una y otra vez con el ‘Bienvenidomistermarshallismo’ de algunos promotores y periodistas. Excepto el talento, a la independencia no le sobra nada, solo sufre de carencia afectiva y seguridad en si misma”. Una idea con la que también estaría de acuerdo Santi Balmes: “Lo que sobra son opinadores-enteradillos y snobs. Hay mucho arrogante que suelta sarcasmo y bilis, mezclados en un puré vomitivo de léxico universitario. Emplean un discurso demasiado intelectual y poco emocional, para mí, la antítesis de todo este tinglado”. Aunque puede que no todo pase por buscar culpables en el exterior y, como comenta Marc Gil de Dorian, reconocer que: “Nos falta más capacidad de exportación de las bandas y de la música indie española al extranjero, es decir, más visión internacional. Los grupos que salimos fuera con cierta regularidad hemos conseguido licenciar nuestros discos en el extranjero y llegar a girar por distintos países sin la ayuda de industria alguna, pero esto no debería ser así. Por otro lado, en lo puramente artístico, a la escena le hacen falta urgentemente buenos productores que hagan sonar los discos de forma interesante. ¡En muchos estudios de España todavía producen las baterías y las voces como en 1992!”. Y ya para finalizar dejemos que sea Enric Montefusco el que le ponga la guinda al pastel indie y opine sobre qué le falta y qué le sobra a nuestra escena. “Creo que le sobra potencial y le faltan oportunidades. No, perdón, oportunidades suena demasiado condescendiente... Porque en realidad la llamada ‘música alternativa’ es toda la música (salvo todo lo que no sigue ese patrón tan concreto y cerrado de música que nos toca ver por televisión). Utilizaré un recurso emotivo para hacerme entender. Creo que esa niña (la misma de Rajoy) que ahora mismo escucha ese ‘mainstream mas prefabricado’ que sólo le sirve para llenar sus horas muertas y olvidarse al rato, también es capaz de entender y aprovechar el valor de una música (y en general una cultura) que le pueden ayudar a saber un poco mejor quién es y qué quiere hacer con su vida. No es una manera de vestir que se cura con el tiempo, o una cosa de chavales y ‘peterpanes’, hablo de que todos necesitamos contrastar los valores que se nos han inculcado en casa, la escuela o la tele con otros, para tener por lo menos la oportunidad de decidir. Si no, por defecto, nuestros potenciales acaban siendo mutilados y definidos por otros. El problema, como siempre, es cómo llegar a esa casa o a su buscador de google (y aprovecho para agradecer a Mondo Sonoro su trabajo en ese sentido)”. Yo, en nombre de mis compañeros, aprovecho para agradecer a las cuatro bandas su implicación en nuestro aniversario y a nuestros lectores les emplazo a seguir buscando su ejemplar en su garito favorito o a conectarse a una página web que amplia lo que ofrece la revista. Gracias a todos por estar ahí.

 

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